Leonardo, en Milán (desde 1482), decide convertirse en escritor (es decir, en un “altore”). Empieza a buscar y comprar libros, en lengua vulgar y ya casi todos ellos impresos, que tienen impresores y libreros milaneses. Se trata de textos literarios (los poemas de Luigi y Luca Pulci, las novelas de Poggio y Masuccio), pero también el tratado de arte militar de Valturio. Sus principales cuadernos de apuntes, el Manuscrito B y el Códice Trivulziano, demuestran su íntima relación con los libros, las transcripciones de textos, dibujos y listas de miles de palabras. Leonardo empieza después a componer tratados y textos literarios (como las fábulas) e intenta aprender latín de forma autodidacta con una gramática elemental, cuando ya tiene más de cuarenta años.