En su incesante caza de libros, Leonardo va tras las huellas de grandes maestros antiguos y modernos, modelos de referencia de su investigación: Arquímedes, Vitruvio, Leon Battista Alberti. Uno de ellos se convierte en su amigo, el ingeniero de Siena Francesco di Giorgio Martini (también traductor de Vitruvio). De él, Leonardo estudia atentamente las dos redacciones del Trattato, el cual es también el único libro que ha sobrevivido con anotaciones autógrafas de mano de Leonardo.